Con la única pretensión discursiva o expositiva y siendo conscientes de que toda simplificación lleva anudado el tributo de la inexactitud, podemos concebir la transformación digital de la contratación pública como un proceso estructurado en tres grandes fases cuyo orden secuencial cronológico natural pasaría por la digitalización, automatización de actuaciones administrativas y en un último estadio, cuando proceda, el empleo de tecnologías de Inteligencia Artificial.