Liderazgo en las Administraciones públicas: tipos, habilidades clave y cómo actuar ante las crisis
El liderazgo es uno de los pilares fundamentales de nuestro trabajo en las Administraciones públicas. Aunque lo asociemos a puestos directivos, todos y todas, en algún momento, ejercemos algún tipo de liderazgo, ya sea al dirigir un equipo, al coordinar un proyecto o incluso al colaborar con nuestros compañeros. Gracias al liderazgo efectivo, no solo mejoramos nuestro entorno laboral, sino también los servicios que prestamos a la ciudadanía.
El liderazgo se refiere a la capacidad de influir en un grupo para que trabajen en la consecución de objetivos comunes. Sin embargo, ser un líder va mucho más allá de dar indicaciones, significa acompañar, motivar, inspirar y ser un referente para los demás. Existen diferentes tipologías de liderazgo, y cada una puede ser útil según sea cada contexto:
Liderazgo democrático: involucra al equipo en la toma de decisiones, promueve la participación y el intercambio de ideas. Es ideal para fomentar el compromiso y la colaboración, y dar buenos resultados en aquellos centros directivos donde el trabajo en equipo es esencial.
Liderazgo autocrático: en este caso, las decisiones son tomadas por el líder de manera unilateral y jerárquica. Aunque no es el liderazgo más popular, en situaciones de emergencia o crisis, puede ser efectivo al reducir el tiempo de respuesta.
Liderazgo transformacional: se enfoca en inspirar a los demás para que alcancen su máximo potencial. Este tipo de liderazgo se enfoca en el cambio y la innovación, algo muy necesario en tiempos en las instituciones públicas actuales, que necesitan renovarse y adaptarse constantemente.
Liderazgo de laissez-faire “dejar hacer”: el líder ofrece total libertad al equipo para tomar decisiones y gestionar sus tareas. Este liderazgo resulta útil en grupos con alta experiencia y autonomía, pero en otros contextos puede ser contraproducente.
Un buen liderazgo en la Administración no sólo requiere conocimiento del marco normativo y los procesos, sino también desarrollar una serie de habilidades clave:
Comunicación clara y efectiva: es vital saber expresar las ideas de manera sencilla y comprensible, y adaptarse al lenguaje de las personas con las que trabajamos.
Empatía y escucha activa: escuchar a quienes nos rodean y entender sus necesidades y preocupaciones nos ayuda a establecer relaciones de confianza.
Toma de decisiones informada: las decisiones que tomemos impactan a muchas personas; por lo que es fundamental basarnos en datos e información para ser justos y transparentes.
Gestión del tiempo y organización: en un entorno tan estructurado como el nuestro, gestionar bien el tiempo y los recursos puede ser crucial.
Adaptabilidad: en un contexto de cambio constante, la capacidad de adaptarnos a nuevas situaciones y retos es esencial para liderar de forma efectiva.
En momentos de crisis, como una emergencia o una situación que requiere respuestas rápidas, el liderazgo adquiere una nueva dimensión. La presión aumenta y es fácil que afloren tensiones. Es aquí donde las habilidades mencionadas se ponen verdaderamente a prueba. Debemos ser capaces de:
Tomar decisiones rápidas pero fundamentadas: la rapidez no debe sacrificar la prudencia. Si bien las decisiones deben tomarse con celeridad, es fundamental que estén bien fundamentadas.
Comunicar con claridad: en tiempos de crisis, es frecuente que las personas se sientan inseguras. La transparencia y la calma en nuestra comunicación ayudarán a mitigar el estrés y a mantener la confianza en el equipo.
Mantener la cohesión del grupo: la crisis puede aumentar la ansiedad en el equipo, y es en estos momentos cuando el líder debe mantener el espíritu de colaboración y el enfoque en el objetivo común.
Un buen liderazgo no solo facilita que los equipos trabajen mejor, sino que también contribuye al éxito de nuestras instituciones. Apostemos por un liderazgo inclusivo y comprometido que impulse la mejora continua de los servicios públicos y fortalezca los lazos con la ciudadanía.
Es fundamental para la Administración pública el desarrollo del buen liderazgo ya que juega un papel muy importante en la gestión pública, es así como este contribuye o influye de manera decisiva, en el desempeño y en la satisfacción de los colaboradores; generando de esta manera beneficios internos (empleados) y externos (ciudadanos).
El líder se hace, y no nace; teniendo en cuenta que las cualidades y destrezas de un individuo, se pueden adquirir a través de la experiencia cotidiana y la formación. Por eso, desde la ECLAP nos esforzamos en preparar e impartir programas de aprendizaje que permiten adquirir las habilidades personales y profesionales que un líder necesita.
“El verdadero liderazgo se manifiesta en la empatía hacia los demás y en la capacidad de inspirar y motivar a las personas hacia un objetivo común.” Nelson Mandela